Teología Sistemática - Nivel Medio: Segunda Parte
  Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 60MB | 325 PÁGINAS | Idioma:Spanish | Categoría: Teología Sistemática
 Información 
Es  el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvacion: expíación,  sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación,  elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la  adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros,  propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye  el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no  cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.
Puesto  que el pecado es un factor dominante en la experiencia humana a la vez  que el tema principal de la Biblia, ha sido motivo de discusiones sin  fin. Aquellos que rechazan la revelación escritural tienen con  frecuencia conceptos inadecuados acerca del pecado. Una característica  familiar del modo no bíblico de enfocar la cuestión es considerar el  pecado hasta cierto punto como una ilusión, es decir, que el pecado es  sólo un mal concepto basado sobre la falsa teoría de que existe el bien y  el mal en el mundo. Por supuesto, esta teoría fracasa al enfrentarse a  los hechos de la vida y a la maldad del pecado y niega la existencia de  un Dios y principios morales.
Otro  antiguo enfoque del problema del pecado es mirarlo como un principio  inherente, lo opuesto de lo que Dios es, y relacionarlo con el mundo  físico. Esto se encuentra en la filosofía oriental y también en el  gnosticismo griego y es el trasfondo tanto para el ascetismo, la  negación de los deseos del cuerpo, como para el epicureísmo, que aboga  por la indulgencia del cuerpo. El hecho, sin embargo, es que se niega  que el hombre peque realmente y que sea responsable ante Dios. Un  concepto común, aunque inadecuado, es que el pecado es nada más que  egoísmo. Si bien es cierto que el pecado es a menudo egoísmo, este  concepto no es aplicable a todos los casos, porque el hombre peca a  veces contra sí mIsmo.
Todas  estas teorías no alcanzan el nivel bíblico y son una negación de la  revelación bíblica del carácter y de la universalidad del pecado.
Reconociendo  que hay varios pecados definidos en la Palabra de Dios, llegamos, a  base de las Escrituras, a la conclusión de que el pecado es cualquier  falta de conformidad al carácter de Dios, ya sea en obra, disposición o  estado. En la Palabra de Dios se definen varios pecados, como se  ilustran, por ejemplo, en los Diez Mandamientos que Dios dio a Israel  (Ex. 20:3-17). El pecado es tal porque es diferente de lo que Dios es, y  Dios es eternamente Santo. El pecado siempre es contra Dios (Sal. 51:4;  Lc. 15:18), aun cuando pueda ser dirigido contra seres humanos. Una  persona que peca es, de acuerdo a ello, sin semejanza a Dios y sujeta al  juicio de Dios. La doctrina del pecado se presenta en cuatro aspectos  en la Biblia:
1. El  pecado personal (Ro. 3:23) es la forma de pecado que incluye todo lo  que en la vida diaria está en contra o fracasa en conformidad con el  carácter de Dios. Los hombres son conscientes con frecuencia de sus  pecados personales, y los pecados personales pueden tomar una gran  variedad de forma. Hablando en forma general, el pecado personal se  relaciona con algún mandamiento particular de Dios en la Biblia. Incluye  el aspecto de rebelión o desobediencia. Al menos ocho palabras  importantes se usan para el pecado en el Antiguo Testamento y unas doce  en el Nuevo Testamento; la idea básica es la falta de conformidad al  carácter de Dios y el obrar por medio de actos ya sea de omisión o de  comisión. La idea esencial es que el hombre no alcanza a la norma y  fracasa en alcanzar el nivel del propio carácter de santidad de Dios.
2. La  naturaleza pecadora del hombre (Ro. 5:19; Ef. 2:3) es otro aspecto  importante del pecado tal como se revela en la Biblia. El pecado inicial  de Adán le llevó a la caída, y en la caída él se volvió un ser  completamente diferente, depravado y degenerado y sólo capaz de  engendrar seres caídos como él mismo. Por lo tanto, cada hijo de Adán es  nacido con la naturaleza adámica, siempre está predispuesto a pecar, y  aunque su naturaleza fue juzgada por Cristo en la cruz (Ro. 6:10), una  fuerza vital y activa permanece en cada vida del cristiano. Nunca se  dice que será quitada o erradicada en esta vida, pero para el cristiano  hay poder vencedor provisto a través del Espíritu que mora en él (Ro.  8:4; Gá. 5:16-17).
Muchos  pasajes bíblicos hacen alusión a este importante asunto. De acuerdo con  Efesios 2:3, todos los hombres «éramos por naturaleza hijos de ira», y  toda la naturaleza del hombre es depravada. El concepto de la total  depravación no es que cada hombre es lo más malo posible que él pueda  ser, sino más bien que el hombre, a través de su naturaleza, está  corrompido por el pecado (Ro. 1: 18 3: 20). De acuerdo a ello, el  hombre, en su voluntad (Ro. 1:28), su conciencia (1 Ti. 4:2) y su  intelecto (Ro. 1:28; 2 Co. 4:4), está corrompido y depravado, y su  corazón y entendimiento están cegados (Ef. 4:18).
Como  se ha visto en un estudio previo, la razón por la cual los hombres  tienen una naturaleza pecaminosa es porque les fue transmitida por sus  padres. Ningún niño nacido en el mundo se ha visto libre de esta  naturaleza de pecado excepto en el único caso del nacimiento de Cristo.  No es que los hombres pequen y se conviertan en pecadores; más bien es  que los hombres pecan porque tienen una naturaleza pecaminosa. El  remedio para esto, así como para el pecado personal es, por supuesto, la  redención, la cual es provista en la salvación en Cristo.
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